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Los entrenadores

El rugby en las vidas del padre Esteban Uriburu y Nando Parrado

Muchas veces hemos escuchado hablar que el Rugby, enseñado correctamente, se convierte en una escuela de vida. Asimismo su práctica bien encaminada conlleva no solamente al desarrollo físico, sino también moral y espiritual de la persona.

Para esta nota quiero tomar las reflexiones de dos jugadores de Rugby, quienes, en los momentos más arduos de su vida, apelaron al espíritu de este deporte para sobrellevar las duras pruebas que afrontaron.

El primero fue Esteban Uriburu, sacerdote católico, quién llegó a jugar destacadamente en la primera división del San Isidro Club (SIC), fue asimismo una figura fundamental para el desarrollo del movimiento apostólico de la Virgen de Schoenstatt en los cinco continentes.

El segundo se llama Nando Parrado, conocido mundialmente por su heroica participación en los acontecidos en Los Andes en 1972, cuando un grupo de rugbiers uruguayos del equipo de los Old Christians, sobrevivientes de un accidente aéreo, pasaron 72 días perdidos en las heladas montañas. Odisea que inspiró decenas de libros y diversas películas y documentales.

El primero un católico ferviente, el segundo un agnóstico confeso.

EL PADRE ESTEBAN URIBURU:

El padre Uriburu, quién pasó sus últimos años combatiendo una cruel como dolorosa enfermedad decía que 'la vida es sobre todo lucha, torneo, noble competencia. Nadie sale de ella sin golpes, sin lastimaduras. De no salir lastimados, no estaríamos jugando en la cancha, sino sentados en la tribuna como espectadores. Estamos en la tierra luchando por clasificarnos, para ganar, en definitiva, el cielo, la corona de la vida eterna. La vida es una gran final que se juega una sola vez. Por ello tenemos que jugarla a fondo, hasta el fin. Dejar el alma en ella, hasta que suene el silbato final. Solo después vendrá el gran festejo'.

Para el padre Esteban Uriburu 'el rugby requiere disciplina. No bastan las condiciones o el talento. Es fundamental la constancia en el entrenamiento. Todo es cuestión de adquirir mediante el ejercicio diario un determinado estado físico.' Estas mismas normas las aplicaba a la disciplina del alma.

El padre Agustín Badano compartía con él la pasión por el Rugby. Muchas veces, al emprender una tarea apostólica común, hablaban en términos deportivos como si estuvieran en mitad de la cancha. Ambos se potenciaban, 'se pasaban la pelota y abrían juego'.

En vacaciones el padre Esteban salía a correr con su amigo y le indicaba cómo optimizar la carrera: 'Mirar hacia delante, poner los ojos en un punto fijo para cansarse menos, no mirar para abajo. Lo mismo ocurría en la vida: la forma de llegar a la meta era observar y no perder de vista el objetivo; mirar para adelante, no retroceder, jamás detenerse'. 'Cuando uno se siente desvalido, cuando nos enfrentamos a tareas que superan de lejos nuestras posibilidades humanas, cuando parece ridícula la desproporción entre lo que podemos y lo que se espera de nosotros, sólo la confianza en Dios puede hacer posible lo humanamente imposible'.

La Iglesia, como cuerpo constituido por la hermandad de los bautizados, tiene el objetivo común de llegar a Dios. Para ello, cada miembro debe cumplir su misión mancomunadamente. De nada vale mi salvación, si mi hermano queda desvalido en el camino. De allí el deber de misionero que cada católico debe emprender dentro de sus capacidades y posibilidad.

Somos parte del equipo de Cristo que ha venido a revolucionar el orden establecido con un nuevo mensaje de amor y confraternidad.

Ya enfermo en su etapa terminal, cuando la debilidad y el dolor parecían que iban a terminar con él, el padre Uriburu lograba reponerse. Es que el duro entrenamiento del Rugby lo capacitó para soportar los golpes de su enfermedad con dignidad y sin perder de vista el objetivo: la victoria final.

NANDO PARRADO:

Nando Parrado encontró a Dios en cada paso que penosamente dio en esa nieve que le llegaba a la cintura, cuando salvar su vida y la de sus amigos dependía de su fortaleza para sortear inmensas montañas, ataviado con ropa inadecuada, con un bastón improvisado y unos roídos botines de Rugby.

En su libro 'Milagro en los Andes', Parrado intenta explicar al lector profano al deporte cuáles fueron las claves de la supervivencia del grupo. Para ello fue esencial la formación misma del equipo, instruidos en su colegio por los Irish Brothers del Colegio Stella Maris en Montevideo (Uruguay). Para ellos el principal objetivo de la educación católica era formar el carácter, no el intelecto.

Sus métodos de enseñanza ponían énfasis en la disciplina, la misericordia, el altruismo y el respeto. Para alentar estos valores fomentaban en sus alumnos la práctica del Rugby; decían que para dominar éste deporte se requerían las mismas características que uno necesitaba para llevar una vida católica: humildad, tenacidad, disciplina y devoción por los demás.

Este deporte exige una estrategia sólida, rapidez de decisión y agilidad, por tanto, el Rugby es considerado un juego que requiere que los integrantes del equipo desarrollen un firme sentimiento de confianza. Cuando un jugador es tackleado y queda en el pasto, los demás deben sacrificarse para protegerle. El caído debe saber que puede contar con los demás.

Para los hermanos irlandeses, el Rugby 'más que un juego era un deporte elevado al estatus de disciplina moral. El núcleo de todo ello es que ningún otro deporte enseña de modo tan devoto la importancia del esfuerzo, el sufrimiento y el sacrificio en la búsqueda de un objetivo común. Todo el laborioso trabajo de combate entre fowards y bakcs, se convierte en una danza magnífica en la que nadie puede atribuirse el mérito, dado que se llega a la línea de ingoal centímetro a centímetro, gracias a la acumulación del esfuerzo individual y, al margen de quién marque el try, el mérito es de todos'.

Nando Parrado reflexiona: 'En el scrum no sabes dónde acaba tu fuerza y empiezan los esfuerzos de los demás. En cierto sentido, ya no existes como ser humano aislado. Durante un breve instante, te olvidas de ti mismo y pasas a formar parte de algo más grande y poderoso de lo que tú podrías ser. Tu esfuerzo y tu empeño se desvanecen en el empeño colectivo del equipo y, si este empeño se aúna y se concentra, el equipo avanza'.

Esto es para Parrado la esencia misma del Rugby: 'Ningún otro deporte te da una sensación tan intensa de altruismo y de compartir un objetivo. Ese sentimiento de hermandad es lo que crea tanta pasión por éste deporte en el mundo entero'.

En la historia ha quedado un nombre: William Webb Ellis, como el inventor del Rugby. Ocurrió una tarde de 1823 en la Escuela Pública de Rugby, cuando en medio del fragor de un partido de fútbol, Webb Ellis levantó el balón con las manos, lo que era prohibido, y corrió a la meta del gol.

Nunca imagino éste joven de origen irlandés hasta dónde llegaría su innovación. Es que, al decir de Napoleón, 'uno no hace más que comenzar las cosas, luego las cosas nos arrastran.' De la misma manera, la semilla que en un joven se siembra en un deporte de estas características, debería necesariamente fructificar de manera adecuada. Webb Ellis, quién se ordenó sacerdote, seguramente habría hecho suya la siguiente oración del padre Esteban Uriburu:

'Gracias porque puedo entrar en la cancha a jugar este partido. Por los compañeros con quienes jugaré y por aquellos a quienes enfrentaremos. Ayúdame a que el fragor de la lucha no empañe la transparencia de mi testimonio. A saber ganar y a saber perder. A mantener siempre en alto el espíritu del Rugby. Un día no podré entrar más en las canchas. Enséñame entonces a jugar en el campeonato de la vida, de tal manera que pueda alcanzar con todos mis amigos aquella corona que has prometido a los que te sean fieles. Amén '.

Aquellos que sólo ven en el Rugby la rudeza de éste deporte, no deben olvidar que la vida misma es dura y que mejor que estar preparado para sus embates.

Por ello nuestro deporte se convierte en una escuela de vida, de la que podemos abrevar grandes enseñanzas, si estamos prestos dispuestos a nutrirnos de las mismas.

Está en los clubes la obligación de ser muy celosos en la designación de los entrenadores-formadores. Vaya entonces mi recuerdo agradecido a mis tres entrenadores de infantiles, que marcaron mi vida con sus enseñanzas: Horacio Poviña, Jorge Bascary y Pedro Moraiz; ellos me enseñaron a vivir el verdadero Espíritu del Rugby, lo que jamás he olvidado.

Por Dr. JOSÉ MARÍA POSSE

Schoenstatt Tucuman

VALORES DEL RUGBY

ESPIRITU DE EQUIPO - solidaridad, compromiso, responsabilidad, ganas de participar

ESFUERZO - dar el máximo de cada uno, ser perseverante, tener ganas de aprender continuamente

RESPETO - al referi, a los contrarios, a los entrenadores, a los compañeros, a ellos mismos, a las reglas; disciplina; humildad

SPORTMAN

"Deportista es aquel que no solamente ha vigorizado sus músculos y desarrollado su resistencia por el ejercicio de algún gran deporte sino que, en la práctica de ese ejercicio, ha aprendido a reprimir su cólera, a ser tolerante con sus compañeros, a no aprovechar una vil ventaja, a sentir profundamente como una deshonra la mera sospecha de una trampa y a llevar con altura un semblante alegre bajo el desencanto de un revés. "